sábado, 28 de diciembre de 2013

Notas literarias (IV)

Posted by at 16:00
 

- ... Las únicas herramientas son nuestros ojos y nuestras cabezas. No es tan sólo el acto de ver con los ojos. Es entender correctamente lo que vemos.
- La vida como autopsia.
- Eso es. Destripar el mundo y olerle las entrañas, eso hacemos.
- No dicen esas cosas en la escuela [...] de periodismo.
[...]
- No se aprende periodismo en la escuela. Se aprende escribiéndolo, joder. Aprende a conectar el cerebro, la tripa y los órganos reproductivos a una máquina terrorífica que apuntas como una pistola de carne...
- ¿Pistola? ¿Y yo qué? ¿Un útero de guerra?
- ¿Por qué no?
Transmetropolitan, Warren Ellis.
Cómo me está gustando este cómic...

viernes, 27 de diciembre de 2013

Notas literarias (III)

Posted by at 20:09
En toda revolución hay un agujero, grande o pequeño. Y abundante... La gente. Por grande que sea la idea bajo la que se alzan, la gente es pequeña, débil y asustada. La gente mata todas las revoluciones.
Transmetropolitan, Warren Ellis

sábado, 21 de diciembre de 2013

Notas literarias (II)

Posted by at 13:29

- Odio la niebla, me da miedo.
- Entonces te gusta. La temes porque es más fuerte que tú, la odias porque la temes y te gusta porque no la puedes someter. Porque sólo se puede amar a lo insumiso.
Nosotros, Evgueni Zamiátin 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Notas literarias (I)

Posted by at 12:40
Esa noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada. Así era cómo olía el tiempo, cómo sonaba y qué parecía. Y esta noche (y Tomás sacó una mano al viento fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.
Encuentro nocturno (dentro de Crónicas Marcianas), Ray Bradbury
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