Posted by BL at 16:37
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Miré por la ventana con frustración. El día estaba gris, preveía que este fin de semana no iba a ser demasiado caluroso. Un pensamiento vago me susurró desde algún lugar que era diciembre y, que si quería calor a estas alturas, me fuera a Australia. O a Rusia, que a lo mejor tenían calefacción bajo el suelo.
La caja de donuts seguía sobre el escritorio, con uno a medio terminar y tres ya ausentes, en algún lugar de mi tracto digestivo. Sabía que me había pasado, tres donuts y medio de una sentada eran demasiados incluso para mí. Pero ya no había solución para ello y tendría que apechugar con las consecuencias. Tampoco me importaba.
Unos pocos donuts para @Jovenalumno, que me dijo que escribiera sobre ellos. |
Volví a mirar la pantalla con resignación. En ella parpadeaba el cursor, indiferente a mi mirada, como un señor que espera de noche un autobús que nunca llega. Ya había probado de todo con él, pero no respondía a mis instrucciones.
Quizá la rebelión de las máquinas que había llegado y los ordenadores iban a dejar de respetar las tres reglas de la robótica de Asimov, lanzándose a mi cuello y estrangulándome con el ratón. Por lo pronto, no hacía caso a ninguno de mis intentos por hacerlo funcionar.
Tras varias horas de intentos, totalmente desquiciado, le di un golpe a la mesa. Mi vista se clavó en el medio donut que quedaba en la caja. Lo cogí con furia y me lo metí en la boca sin miramientos. Luego cogí el ordenador y lo estampé contra el suelo. Ya tenía razones para rebelarse.
La próxima vez se lo pensará dos veces... |
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