Una respiración profunda con un deje de ronquido suena en la penumbra. Ya no me caben las horas de sueño en los ojos, que luchan por saltar a la temprana mañana y comérsela. Como una orbe sin gravedad en inercia giro y giro entre las sábanas, buscando el sueño que he perdido. Juraría que lo noto entre los dedos, pero se escurre, escapa y se mete en la mente de quien duerme a mi lado.
Afortunado él. Y no porque yo me tenga en alta estima, sino porque duerme mientras doy vueltas. Lo abrazo y acaricio su espalda al encuentro de alguna gota de sueño que le rebose. No hay suerte. Pruebo a lamer su piel en un gesto lascivo, pero duerme demasiado profundamente para darse por enterado.
Joder, es sábado por la mañana. Yo solo quiero dormir o follar hasta caer dormida.
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