Posted by Pekemusa at 0:04
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Nunca intentó, más allá de lo absurdo,
caer en la gracia; se detuvo en lo oscuro.
Sus ojos miraban por detrás de aquel muro
luchando por saltar huyendo de lo más burdo.
Pero él jamás buscó abandonar la escena.
Él quería la lluvia y bailar en la acera.
Algo había en el aire que le ahogaba en la pena
como si el mar se tragara un castillo de arena.
Una luz en el viento cantaba serena
llamando con fuerza a tocar a la orquesta.
Pero nada, no hay nada para esperar respuesta.
No hay color en el cielo ni cabe en su cabeza.
Qué le importan los sueños cuando ya no hay certeza
de que dentro de un tiempo se conserve la esencia.
Aquella que le empuja a aguantar cada paso
sin pensar que al final del camino hay fracaso.
No importa, nada importa, en su honor se ha rendido.
Las furias y enfados quedan redimidos.
Él mira desde abajo a los al muro subidos.
Se inclina presentando sus respetos al vendido.
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